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"El taller de Justo Burillo y la Hermandad"
Contexto histórico del origen de las vestimentas de las Sagradas Imágenes de la Santísima Virgen, el ajuar de Nuestra Señora del Mayor Dolor y el terno del taller de Justo Burillo.
San Fernando, Cuaresma 2021. Boletín "Junto a la Cruz"
Pablo Pérez Díaz, restaurador y conservador textil. (www.cyrtatextil.es)
En el s. XVI, y como respuesta a las nuevas corrientes protestantes, la Iglesia Católica recurrió a las distintas expresiones artísticas por entenderlas como el medio más eficaz para propagar y transmitir su mensaje. Esto conllevó que muchas monarquías, cuyas ideas eran afines a la doctrina tradicional, realizaran importantes encargos o donaciones mediante los que ensalzaron a la Iglesia o a las figuras de Dios, Cristo, la Virgen o los santos.
Interesantes son los casos de Isabel de Valois (1545-1468) o Isabel Clara Eugenia (1566-1633), esposa e hija de Felpe II respectivamente, quienes donaron sus ropajes para aderezar a varias imágenes de la Virgen a las que profesaban devoción. Con el paso de los siglos, esta costumbre de ataviar a las Vírgenes con los vestidos de las más distinguidas mujeres de la Corte – reinas, princesas, infantas, condesas, etc- propició la creación de un modelo iconográfico que, aún hoy, sigue vigente en casos como el de la Virgen del Rocío de Almonte o la Virgen de Gracia de Carmona. En ambos, la forma cónica de las faldas o sayas, nombre éste, por cierto, heredado de la prenda civil femenina, unidas al uso de sobre mangas o puños de encaje extendidos recuerdan los esquemas que imperaban en la moda femenina de la Casa de los Austrias.
Retratos de Isabel de Valois e Isabel Clara Eugenia
Virgen del Rocío de Almonte y Virgen de Gracia de Carmona
Sin embargo, no todas las imágenes marianas han venido siguiendo estos esquemas a la hora de ataviarse. La fuerte influencia iconográfica de las representaciones marianas en las obras de grandes artistas como Murillo, por ejemplo, donde la Virgen aparece tocada con sutiles y vaporosos velos, inspiró otra forma de aderezar a las imágenes. Esto propició que, a lo largo de los años, especialmente desde mediados del s. XX, se asentaran las bases sobre la forma de ataviar a las imágenes Marianas, entre ellas, la Virgen del Mayor Dolor.
Centrándonos ya en el ajuar textil de esta bella Dolorosa, éste se compone por distintas prendas como son vestidos, mantos, mantillas, encajes y pañuelos. Sin embargo, a lo largo de estas líneas ahondaremos en el estudio de uno de los conjuntos que, para nosotros, despierta un mayor interés. Concretamente, el terno compuesto por vestido y manto, estrenados en 1916, y que confeccionaran los afamados talleres valencianos de Justo Burillo.
Sobre la “Fábrica de tejidos de seda y Ornamentos de Iglesia. Justo Burillo”, fundada a finales del s. XIX, apenas se conocen datos y es que, pese a la fama que alcanzó gracias a la calidad de sus trabajos, apenas ha despertado el interés de los investigadores. Esto ha generado un desconocimiento generalizado sobre la historia y producción de uno de los talleres más prósperos y afamados de cuantos han existido en el levante español. Así mismo, a modo de curiosidad, y para que podamos hacernos una idea sobre la calidad y reputación de la que gozó el referido obrador, cabe mencionar los premios que le fueron otorgados en la Exposición Hispano Francesa de Zaragoza (1908) así como en la Regional de Valencia (1909). Sin duda, unos galardones que vinieron a consolidar la actividad de este taller hasta su cierre, a mediados del s. XX.
De su producción documentada, repartida por toda España, cabe destacar un manto para la Virgen del Pilar de Zaragoza, el de la Dolorosa de Hellín o el de la Virgen de África, Patrona de Ceuta. Así mismo, ejecutó trabajos para diversas Hermandades de Andalucía como la saya de la Virgen de los Dolores, de la Hermandad de los Judíos de Huelva o el manto de la Virgen del Socorro, Patrona de Rociana del Condado (Huelva). La ausencia de documentos que lo corroboren impide que podamos afirmar la autoría de otras tantas piezas repartidas por nuestra provincia pese a que sus características estilísticas y técnicas nos permitan relacionarlas con la producción del referido taller. Ante estas sospechas, preferimos ser cautos entendiendo que dichas atribuciones deben argumentarse y justificarse por medio de los pertinentes estudios monográficos. Por último, mencionar otro trabajo documentado para nuestra ciudad, concretamente un terno compuesto por vestido y manto para la Virgen de las Lágrimas y que, desafortunadamente, no ha llegado hasta nuestros días.
Conjunto de saya y manto realizado en 1916 por el taller de Justo Burillo para Nuestra Señora del Mayor Dolor
Manto realizado por el taller de Justo Burillo para Santa María de África, patrona de Ceuta (inicios siglo XX)
Saya realizada por el taller de Justo Burillo para María Santísima de los Dolores de la Hermandad de los Judíos de Huelva (1917)
Centrándonos en el terno que nos atañe, éste se compone por vestido en terciopelo granate y manto en terciopelo negro. La traza ornamental, de carácter simétrico y bilateral, está conformada por hojas carnosas combinadas con finos y estilizados tallos de los que brotan diversos elementos florales, todo envuelto en el aire modernista que, sin duda, caracteriza las trazas ornamentales de este obrador.
Por su parte, la guarnición de las piezas se ejecutó mediante la técnica del bordado de aplicación, consistente en recortar distintos tejidos de tisú de oro o plata con las formas de las hojas o flores que se requieran. Posteriormente, estas piezas se fijan mediante costura al tejido principal, enriqueciéndose mediante la colocación de diversos cordoncillos por sus contornos. En el caso concreto de Burillo, sus bordados de aplicación se caracterizaron por estar ejecutados con tejidos de tisú cuyas texturas simulaban los efectos de las piezas bordadas en hilos tendidos, técnica mucho más compleja y costosa. De esta forma, consiguió ejecutar obras muy efectistas con técnicas sencillas, haciendo que estos proyectos fueran más asequibles para las Hermandades.
En los primeros años de la década de los noventa del s. XX, José Muñoz Moreno intervino los bordados del manto los cuales, debido a la fragilidad de los materiales así como al uso y las manipulaciones, mostraban acusados desgastes. Ante esto, se optó por bordar mediante la técnica de los hilos tendidos, las piezas deterioradas, respetándose las que estaban más estables. Años más tarde, entre los años 2003 y 2004, junto a Ana Pérez Peralta, se realizó una actuación similar sobre el vestido.
En definitiva, sirvan estas líneas para constatar el destacado valor histórico artístico de este terno de la Virgen del Mayor Dolor, motivo por el cual insto a la Hermandad a que garantice su mejor preservación ya que, además, es un conjunto único en nuestra ciudad.
No quisiera concluir estas líneas sin agradecer a la junta de Gobierno de la Hermandad de la VeraCruz, y en especial a su Hermano Mayor, Mariano Domínguez así como a su Mayordomo, Francisco Tocino, por haber contado conmigo para realizar esta colaboración, esperando que sirva para poner en valor este interesante y destacado conjunto Textil así como para reforzar los vínculos sentimentales que, por herencia familiar, me unen a esta Hermandad y, especialmente, a su capilla.
Nuestra Señora del Mayor Dolor portando el manto y saya realizados por los talleres de Justo Burillo.
© Fernando Fossati